DIA 7 (14 de noviembre)


La vocación de María.

Se alegra mi espíritu en Dios, mi Salvador, porque ha mirado la humillación de su esclava (MISAS DE LA VIRGEN MARIA. Santa María esclava del Señor. Antífona de entrada. Lc 1, 47-48).


Cuando llegó la plenitud de los tiempos fue enviado el Angel Gabriel de parte de Dios a una ciudad de Galilea llamada Nazareth (Lc 1, 26). Se dirige a quien más amaba en la tierra y lo hace a través de un mensajero excepcional, pues muy especial es el mensaje que comunica: No temas, María, porque has hallado gracia delante de Dios... (Lc 1, 30-33), le dice el Arcángel San Gabriel.
La Virgen, como fruto de su meditación, conocía bien la Escritura y los pasajes que hacían referencia al Mesías, y le eran familiares las diversas formas empleadas para designarle. Además, a este conocimiento se unía su extraordinaria sensibilidad interior para todo lo que hacía referencia al Señor. En un momento, por una particular gracia, le fue revelado a Nuestra Señora que iba a ser Madre del Mesías, del Redentor del que habían hablado los Profetas. Ella iba a ser aquella Virgen anunciada por Isaías (Is 7, 14), que concebiría y daría a luz al Emmanuel, al Dios con nosotros.
La respuesta de la Virgen es una reafirmación de la entrega a la voluntad divina: He aquí la esclava del Señor, hágase en mí según tu palabra (Lc 1, 38). «Puede decirse que este consentimiento suyo para la maternidad es sobre todo fruto de la donación total a Dios en la virginidad (...). Y toda su participación materna en la vida de Jesucristo, su Hijo, la vivió hasta el final de acuerdo con su vocación a la virginidad» (JUAN PABLO II, Enc. Redemptoris Mater, 25-III-1987, 39.), que por moción del Espíritu Santo había consagrado al Señor.
Desde el momento en que Nuestra Señora dio su consentimiento, el Verbo de Dios, la Segunda Persona de la Trinidad Beatísima, tomó carne en sus entrañas purísimas. Y esto es lo más admirable y asombroso que ha ocurrido desde la Creación del mundo. Y sucede en un pequeño pueblo desconocido, en la intimidad de María. La Virgen comprendió su vocación, los planes de Dios sobre Ella. Ahora sabía el motivo de tantas gracias del Señor, por qué había sido siempre tan sensible a las inspiraciones del Espíritu Santo, la razón de sus cualidades. «Todos los menudos sucesos que constituyen la urdimbre de la existencia, a la vez que la existencia misma en su totalidad, cobraron un relieve desusado, y al conjuro de las palabras del Angel todo tuvo una explicación absoluta, más que metafísica, sobrenatural.
»Fue como si, de pronto, se hubiese colocado en el centro del universo, más allá del tiempo y del espacio» (F. SUAREZ, La Virgen Nuestra Señora, p. 19.). Y Ella, una adolescente, no titubea ante la grandeza inconmensurable de ser la Madre de Dios, porque es humilde y confía en su Dios, al que se ha dado sin reservas. La Virgen Santa María es «Maestra de entrega sin límites (...). Pídele a esta Madre buena que en tu alma cobre fuerza -fuerza de amor y de liberación- su respuesta de generosidad ejemplar: "ecce ancilla Domini!" -he aquí la esclava del Señor» (J. ESCRIVA DE BALAGUER, Surco, n. 33). Señor, cuenta conmigo para lo que quieras. No quiero poner límite alguno a tu gracia, a lo que me vas pidiendo cada día, cada año. Nunca dejas de pedir, nunca dejas de dar.

(lectura tomada de: http://www.mariologia.org/devocionesnovenasalainmaculada01.htmNovena a la Inmaculada del Padre Francisco Fernández Carvajal)

canción para hoy: Angelus