DIA 19 (26 de noviembre)


La Virgen y el sacramento de la Penitencia.

Salve, llena de gracia, eres llamada cIementísima para los pecadores, porque contemplas misericordiosa nuestra miseria (MISAS DE LA VIRGEN MARIA,. n. 14. Antifóna de la Misa Madre de la reconciliación ).

Desde muy antiguo fue costumbre en algunos lugares representar a Nuestra Señora con un gran manto debajo del cual se encuentran, con rostros de paz, todo género de gentes: papas y reyes, comerciantes y campesinos, hombres y mujeres... A algunos, que no se cobijaron bien bajo este manto protector, se les ve heridos por alguna flecha: el perezoso es representado sentado y con la flecha en una pierna anquilosado, el goloso con el plato en la mano y la flecha en el vientre... (Cfr. M. TRENS, María. Iconografía de la Virgen en el arte español, pp. 274 ss). Refúgium pecatorum: desde siempre los cristianos la han visto como amparo y refugio de los pecadores, donde acudimos a protegernos, como por instinto, en momentos de mayor tentación o dificultades más grandes, o cuando quizá no hemos sido fieles al Señor. Ella es el atajo que nos facilita la vuelta rápida a Jesús.

En los primeros siglos de nuestra fe, los Santos Padres, al tratar del misterio de la Encarnación del Verbo, afirmaron con frecuencia que el seno virginal de María fue el lugar donde se realizó la paz entre Dios y los hombres. Ella, por su especialísima unión con Cristo, ejerce una maternidad sobre los hombres que consiste en "contribuir a restaurar la vida sobrenatural en las almas" (CON. VAT. II, Const. Lumen gentium, 61.); por esta maternidad, forma parte muy especial del plan querido por Dios para librar al mundo de sus pecados. Para eso, "se consagró totalmente como esclava del Señor a la Persona y a la obra de su Hijo, sirviendo bajo Él y con Él al misterio de la redención" (CON. VAT. II, Const. Lumen gentium, 56.), estuvo asociada a la expiación de Cristo por todos los pecados del mundo, padeció con Él Y fue corredentora en todos los momentos de la vida de Jesús, y de modo muy particular en el Calvario, donde Ofreció a su Hijo al Padre y Ella se ofreció juntamente con Él: "Verdaderamente María se ha convertido en la aliada de Dios en virtud de su maternidad divina- en la obra de la reconciliación" (JUAN PABL0 II, Exhort. Apost. Reconciliatio et Paenitentia, 2-XII-1984, n. 35). Por esto, suelen comentar muchos teólogos que la Virgen está de algún modo presente en la Confesión sacramental, donde se nos conceden particularmente las gracias de la redención. "Si alguien separa del sacramento de la penitencia la coexpiación de María, introduce entre Ella y Cristo una división que ni existió nunca ni puede ser admitida (... ), puesto que es Cristo mismo quien asume en su expiación toda la cooperación expiatoria de su Madre"(A. BANDERA, La Virgen María y los sacramentos, Rialp, Madrid 1978, p. 173. ).

Muy cerca de la Confesión se encuentra siempre María: está presente en el camino que lleva a este sacramento, disponiendo el alma para que, con humildad, sinceridad y arrepentimiento, se llegue a este sacramento de la misericordia divina. Ella ejerce una labor maternal importantísima, facilitando el camino de la sinceridad y moviendo suavemente a esa fuente de la gracia. En el apostolado de la Confesión, Ella es la primera aliada. Si alguna vez avergúenzan particularmente las faltas cometidas, es el Refugio primero al que hay que acudir. Y Ella, poco a poco, con su gracia maternal, hace fácil lo que al principio quizá resultaba difícil. Si un hijo se ha alejado de la casa paterna, ¿qué madre no estaría dispuesta a facilitarle el regreso? "La Madre de Dios, que buscó afanosamente a su Hijo, perdido sin culpa de Ella, que experimentó la mayor alegría al encontrarle, nos ayudará a desandar lo andado, a rectificar lo que sea preciso cuando por nuestras ligerezas o pecados no acertemos a distinguir a Cristo. Alcanzaremos así la alegría de abrazarnos de nuevo a Él, para decirle que no lo perderemos más" (J. ESCRIVA DE BALAGUER, Amigos de Dios, 278.).

Santa María, Refugio de los pecadores, nuestro refugio, danos el instinto certero de acudir a Ti cuando nos hayamos alejado, aunque sea poco, del amor de tu Hijo. Danos el don de la contrición.
(lectura tomada de: http://www.mariologia.org/devocionesnovenasalainmaculada01.htmNovena a la Inmaculada del Padre Francisco Fernández Carvajal)

canción para hoy: Quiero decir que si