DIA 13 (20 de noviembre)

Siempre con Jesús. Vida de oración
María, por su parte, guardaba estas cosas y las meditaba en su corazón (Lc 2, 19). Su Madre conservaba cuidadosamente todas las cosas en su corazón (Lc 2, 51). Por dos veces el Evangelista hace referencia a esta actitud de María ante los acontecimientos que se van sucediendo: en la Nochebuena de Belén, y en Nazareth a la vuelta de Jerusalén, después de encontrar a Jesús en el Templo. La insistencia del Evangelista parece ser el eco de la repetida reflexión de María, quien debió contarlo a los Apóstoles después de la Ascensión de Jesús al Cielo.

La Virgen conserva y medita. Sabe de recogimiento interior, y valora, guarda en su intimidad y hace tema de su oración los sucesos grandes y pequeños de su vida. Esta plegaria continua de María es como el aroma de la rosa «que constantemente se eleva hacia Dios. Esta elevación suya no cesa jamás, tiene una frescura igual a la primera; es siempre jubilosamente nueva y virginal. Si la brisa de nuestras plegarias o los vientos tormentosos de este mundo pasan junto a Ella y la rozan, el perfume de la oración se levanta entonces más fuerte y perceptible; se convierte en intercesora incluyendo nuestra oración en la suya para presentarla al Padre en Cristo Jesús, su Hijo» (F. M. MOSCHNER, Rosa mística, p. 201).

Cuando estaba aquí en la tierra todo lo hacía en referencia a su Hijo: cada vez que hablaba a Jesús oraba, pues eso es la oración: hablar con Dios; y cuando le miraba, y siempre que le sonreía o pensaba en Él.

En Caná de Galilea, en las bodas de aquellos parientes o amigos, nos enseña con qué delicadeza e insistencia se debe pedir. «Era su Madre, le había acunado en sus brazos, y, con todo, se abstiene de indicarle lo que puede hacer. Expone la necesidad y deja todo lo demás a su arbitrio, segura de que la solución que dé al problema, cualquiera que sea, y en cualquier sentido, es la mejor, la más indicada, la que lo resuelve de manera más conveniente. Deja al Señor el campo totalmente libre para que haga sin compromisos ni violencias su voluntad, pero es porque Ella estaba segura de que su voluntad era lo más perfecto que podía hacerse y lo que de verdad resolvía el asunto. No le ata las manos forzándole a adoptar un camino, a hacer algo determinado: confía en su sabiduría, en su superior conocimiento, en su visión más amplia y profunda de las cosas que abarca aspectos y circunstancias que Ella podía, quizá, desconocer. Ni siquiera se planteó Nuestra Señora la cuestión de que a lo mejor Él no consideraba conveniente intervenir: expone lo que ocurre y lo deja en sus manos. Y es que la fe deja a Dios comprometido con más fuerza que los argumentos más sagaces y contundentes» (F. SUAREZ, La Virgen Nuestra Señora, pp. 266-267).

Al pie de la Cruz nos anima a estar siempre junto a Cristo, en oración silenciosa, en los momentos más duros de la vida. La última noticia que de Ella nos dan los Evangelios nos refiere que se encuentra con los Apóstoles, orando juntamente con ellos (Hech 1, 14), en espera de la llegada del Espíritu Santo. El mismo Señor debió de aprender de su Madre muchas oraciones que se habían transmitido en el pueblo de Israel de generación en generación, de modo parecido a las que nosotros aprendimos de nuestras madres.

«El Santo Evangelio, brevemente, nos facilita el camino para entender el ejemplo de Nuestra Madre: María conservaba todas estas cosas dentro de sí, ponderándolas en su corazón (Lc 2, 19). Procuremos nosotros imitarla, tratando con el Señor, en un diálogo enamorado, de todo lo que nos pasa, hasta de los acontecimientos más menudos. No olvidemos que hemos de pesarlos, valorarlos, verlos con ojos de fe, para descubrir la Voluntad de Dios» (J. ESCRIVA DE BALAGUER, Amigos de Dios, 285). A eso ha de llevarnos nuestra meditación diaria: a identificarnos plenamente con Jesús; a darle un contenido divino a los pequeños acontecimientos diarios.
(lectura tomada de: http://www.mariologia.org/devocionesnovenasalainmaculada01.htmNovena a la Inmaculada del Padre Francisco Fernández Carvajal)


canción para hoy: Regina Caeli