DIA 23 (30 de noviembre)

La intercesión de Nuestra Señora.

San Alfonso Mª de Ligorio afirma que María es Puerta del Cielo porque, de la misma forma que toda gracia e indulto que otorga el Rey pasa por la puerta de su palacio, de igual modo ninguna gracia desciende del Cielo a la tierra sin pasar por las manos de María (San Alfonso Mª de Ligorio, Las Glorias de María, 1,5,7).

Desde su vida terrena, aparece Nuestra Señora como la dispensadora de las gracias. Por Ella, Jesús santifica al Precursor, cuando visita a su pariente Isabel. En Caná, a instancias de María realizó Jesús su primer milagro, convirtiendo el agua en vino; allí también, por este milagro, sus discípulos creyeron en Él (Cfr. Jn 2, 11). La Iglesia comienza su camino, a través de la historia de los hombres y de los pueblos, el día de Pentecostés, y "se sabe que al comienzo de este camino está presente María, que vemos en medio de los Apóstoles en el cenáculo "implorando con sus ruegos el don del Espíritu Santo" (Juan Pablo II, Enc. Redemtoris Mater, 25-III-1987, n. 26).

Por la intercesión ante su Hijo, María nos alcanza y distribuye todas las gracias, con ruegos que no pueden quedar defraudados. Esta intercesión es aún mayor después de su Asunción al Cielo y de haber sido elevada en dignidad por encima de los ángeles y de los arcángeles. Ella nos distribuye el agua de la fuente, no toda de una vez -afirma San Bernardo-, sino que hace caer la gracia gota a gota sobre nuestros corazones resecos, a unos más, a otros menos. De la fuente que brota del corazón del Padre, nos distribuye enseguida a nosotros todo cuanto somos capaces de recibir (Cfr. San Bernardo, Homilia en la Natividad de la B. Virgen María, 3, 5). Ella conoce perfectamente nuestras necesidades y nos distribuye las gracias que necesitamos. Sólo nuestra mala voluntad puede impedir que esas gracias lleguen al alma.

Por el conocimiento que tiene de las necesidades espirituales y materiales de cada uno de sus hijos, Nuestra Señora, llevada por su inmensa caridad, intercede constantemente por nosotros. Mucho más cuando se lo pedimos con insistencia, como hacemos estos días. Otras veces dejaremos en sus manos la solución de los problemas que nos agobian, con el claro convencimiento de que Ella sabe mejor que nosotros lo que nos conviene: quien busca, encuentra; quien pide, recibe; al que llama, se le abrirá (Mt 7, 8). ¿Cómo nos va a dejar en la puerta cuando le pedimos que nos abra? ¿Cómo no nos va a socorrer si nos ve tan necesitados?

canción para hoy: Virgen del Carmen Bella